Publicado en Yahoo Noticias
La disputa entre ciencia y religión tiene larga data en la historia de la humanidad. Aunque hoy ya casi no se tiene en cuenta que durante muchos siglos fueron de la mano -como sucedió durante el Medio Evo e incluso la época antigua-, hoy las aguas se dividen claramente en dos: están quienes creen en Dios, diversas religiones mediante, y quienes rechazan su existencia de plano para reconocer sólo a la ciencia como portadora de la verdad. Ahora bien, ¿qué dirían estos últimos ante la idea de que Dios está implantado o “cableado” en el cerebro humano?
Eso es lo que investigó Diego Golombek en Las neuronas de Dios: una neurociencia de la religión, la espiritualidad y la luz al final del túnel. El planteo del Doctor en Biología, investigador del Conicet y también conductor del ciclo televisivo Proyecto G –entre otros-, es que la idea de una entidad superior es innata. Esto es, que está depositada en la estructura del cerebro mismo y que, por más que la neguemos, tiene un fundamento interno.
Y esto podría tener, por supuesto, consecuencias muy fuertes: quizás los que están del otro lado de la línea que separa a la ciencia de la fe nunca puedan sacarse a la idea de Dios de encima.
Golombek realizó un interesante y divertido recorrido sobre las distintas creencias y sus fundamentos. Siempre con sentido del humor, llegó hasta a contar experimentos donde se explica cómo actúan las neuronas de las monjas, los budistas meditadores y también quienes consumen LSD; peyote o ayahuasca.
La hipótesis de Golombek no parece ser la más común dentro de la divulgación. El biólogo pone a las ciencias naturales a trabajar para la religión, o más bien, para desentrañarla a través desde una perspectiva científica. ¿Viene “de fábrica” en el ser humano esta entidad superior de la que hablan todas las religiones? ¿De dónde sale la necesidad de creer? ¿Cuánto incide la cultura y cuánto la biología en esta cuestión? Aquí, algunas ideas desarrolladas en su libro.