Publicado en Clarín
Cuando estaba hablando con un productor de una película india en Mumbai, hace unos años, el sociólogo francés Frédéric Martel tuvo que parar porque un chimpancé los interrumpió y casi apaga el grabador. Acostumbrado a pasar tiempo fuera de su país para investigar, siguió adelante: sabía que para entender la “guerra mundial cultural” tenía que hablar con Hollywood, pero también con la industria del cine india, Bollywood.
De visita en la Argentina, Martel sigue buscando respuestas a las preguntas que ya se hace desde tiempo: por qué los fenómenos masivos se convierten en masivos y cómo internet fue cambiando la forma de consumir los productos culturales.
Sucede que además de teorizar, Martel tiene una particularidad: es un apasionado entrevistador. Para Cultura Mainstream(2010), uno de sus principales libros, entrevistó a más de 1.200 personas, entre productores, directores ejecutivos y realizadores de empresas que hacen grandes películas comerciales (blockbusters) como DreamWorks, Universal o Disney. Pero también como las cadenas saudíes Rotana y Al Jazeera o la industria cinematográfica india.
- EscribiMartel, en un hotel de Palermo Viejo (Diego Waldmann)r una leyenda
Por esta razón viaja mucho. “Mi conclusión principal es que estamos ‘geolocalizados’, lo que significa que aunque seamos globales, estamos anclados a lugares territoriales y que a nivel cultural esa mezcla produce ‘industrias creativas’”, explica Martel, discípulo de Pierre Rosanvallon, uno de los historiadores franceses más influyentes de la actualidad.
Para él, la definición de “industrias culturales”, de la Escuela de Frankfurt (principios del siglo XX), ha quedado petrificada y por eso habla de “industrias creativas”. “Ya no se trata simplemente de productos culturales, se trata también de servicios. No sólo de cultura, sino también de contenidos y de formatos. No sólo de industrias, sino también de gobiernos”, explica en Cultura Mainstream.
Su relación con nuestro país es cercana: en Global Gay (2012) estudia la ampliación de los derechos homosexuales alrededor de 45 países, y Argentina es un jugador clave en ese escenario.
Este año, considera que otra vez Argentina es central para su próxima investigación. Y que puede tener más influencia a nivel mundial de lo que el propio país cree: el hecho de que el matrimonio igualitario se haya aprobado aquí antes que en su país, es un indicador de la influencia a través del “poder blando”, o soft power, un concepto central en sus trabajos.
Aquí, en diálogo con Clarín, un repaso por sus ideas, su optimismo crítico sobre internet, la relación de Europa con la cultura separatista y apenas algo sobre su próximo libro, del cual no le gusta adelantar mucho.